lunes, 24 de marzo de 2008

CAFÉ ZURICH

Ante mí

los nuevos arqueros pasan con demasiada prisa,

pasan, corren, vuelan como saetas...

y, si esperan, lo hacen sin paciencias.

Van hacia direcciones diversas

y con ideas, aún, más dispersas ...

... pero ninguno de ellos parece echarse de menos

en las antiguas direcciones

que fueron el blanco de tesarse,

el blanco de enamorarse

aprendiendo a arquear la sangre...

y que, con suerte, hoy son numeros y letras

arrinconados con peso de borrador

en olvidadas agendas.

Para los arqueros noveles,

las historias antiguas son grises:

pesadas las, casi, deshechas rosas

y miedosas sus, ya ensangrentadas, espinas.

Mucho momento de amante

y mucho instante de guerrero,

pero poco oficio de arquero...

(Los viejos arqueros no pasean, hoy, por aquí ...

Rambla abajo ... con fe ... tal vez en otro café ...)



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