Ante mí
los nuevos arqueros pasan con demasiada prisa,
pasan, corren, vuelan como saetas...
y, si esperan, lo hacen sin paciencias.
Van hacia direcciones diversas
y con ideas, aún, más dispersas ...
... pero ninguno de ellos parece echarse de menos
en las antiguas direcciones
que fueron el blanco de tesarse,
el blanco de enamorarse
aprendiendo a arquear la sangre...
y que, con suerte, hoy son numeros y letras
arrinconados con peso de borrador
en olvidadas agendas.
Para los arqueros noveles,
las historias antiguas son grises:
pesadas las, casi, deshechas rosas
y miedosas sus, ya ensangrentadas, espinas.
Mucho momento de amante
y mucho instante de guerrero,
pero poco oficio de arquero...
(Los viejos arqueros no pasean, hoy, por aquí ...
Rambla abajo ... con fe ... tal vez en otro café ...)
lunes, 24 de marzo de 2008
CAFÉ ZURICH
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